MONIGOTE EN LA ARENA de Laura Devecha
La arena estaba tibia y jugaba a cambiar de colores cuando la soplaba el viento.
Laurita apoyó la cara sobre un montoncito y le dijo:
—Por ser tan linda y amarilla te voy a dejar un regalo —y con la
punta del dedo dibujó un monigote de seda y se fue.
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